Presentacion 1

lunes, 7 de junio de 2010

IBARRA - EL JUNCAL
Hasta que llego el día de volver a montar las bicis, después de un mes de la última salida Nono – Tandayapa, por fin llegó lo tan esperado, volver a ver a la familia y reunirnos con un fin común que es el de hacer deporte y compartir este día tan especial con los primos y tíos, buen pretexto que encontramos para estar más unidos y fortalecer los lasos familiares.


EL CONGRESILLO TÉCNICO

Ahora sí que le entramos con todo al ciclismo.
Después de estar en contacto con los tíos pensamos en hacer nuestro hobby más interesante y de cierta forma ir buscando mayor estandarización y seguridad para los miembros del equipo. Por ese motivo teníamos que ponernos de acuerdo en varios aspectos, especialmente concernientes a la seguridad de cada ciclista, por eso acordamos reunirnos la noche anterior a cada salida que vayamos a realizar. Esto fue el inicio de una noche de risas y camaradería. Lo primero fue hablar sobre la seguridad de la ruta, para no tener ningún accidentado, especialmente el Rothman, jejeje, bueno lo siguiente fue hablar sobre el uniforme para el club. Se llego a varios consensos, pero aun quedo pendiente diseño, colores del equipo y también el nombre del club, pero bueno ya de a poco iremos acordando eso. Por el momento lo más importante fue la seguridad, esperemos que nuestra siguiente salida sea más organizada y sobre todo que ya tengamos los uniformes.




24 DE MAYO

El día empezaba a aclarar y los muchachos comenzaban a llegar uno tras otro. Primero llegó Franklin quien nos iba a llevar en el camión hasta Aloburo, nuestro punto de Salida. Después de un suculento desayuno de mi mami Magi, empezamos a poner a punto las chivas, para iniciar lo que sería una aventura inolvidable.






Parecía que el día no nos iba a acompañar porque amaneció con mucha neblina y frio, pero eso no nos podía doblegar, así que cada cual con su bici al hombro abordamos el camión y tomamos ruta hacia el norte de la ciudad blanca camino a Aloburo. Para esta ruta no nos pudo acompañar Edgar ni Franklin por motivos de trabajo, pero esperamos que en el futuro se nos unan.





LA SALIDA

Ya en nuestro punto de partida tocaba hacer los últimos chequeos y llenar las caramañolas con agüita, para empezar el descenso por la vía empedrada, el experimentado Juan Sebas tomo la punta y todos atrás, bajando con precaución, porque el día aun estaba nublado y full frio.






TODO DE BAJADA

El paisaje empezaba a cambiar y después de un frío que congelaba, se empezó a poner caliente. El camino lucia excelente con sus piedras blancas de río, las que hacían saltar y ponían a prueba la resistencia de las suspensiones de las bicis. Ya recorrido unos cuantos minutos, la parada obligatoria para tomar unas fotos para el recuerdo, las montañas andinas empezaban a delatar lo seco del lugar.








PRIMER PINCHAZO

Recién transcurridos unos 30 minutos al saltar un riachuelo se presento el primer pinchazo, por olvidarme de bajar un poco el sillín de la bici. Caí con todo mi peso y tenga: chao tubo. Menos mal el Erik sí que es precavido, acostumbrado a sacarle el aire a su bici, llevo una de repuesto por si las moscas, ya ni modo, a cambiar de bici y a dar alcance al pelotón. Una vez que los alcancé, intentamos parchar el tubo, pero los mosquitos empezaron a devorarnos, así que decidimos seguir adelante y yo en la bici del Erik, chuta que dura.







SALIDA AL ASFALTO

Cuando más animados estábamos y el vértigo de las curvas cerradas se apoderaba de nosotros, llegamos a la vía asfaltada. Resultó un tanto corto el recorrido, pero no podíamos quedarnos sin esforzarnos al máximo y emprendimos el regreso hacia Ibarra.












EL ASFALTO QUEMA

Con tremendo sol sobre nuestras cabezas comenzamos a pedalear vía al Juncal, y la segunda parada obligatoria fue en el Río Chota, justo donde se festeja el carnaval Coangue de las comunidades negras de la zona. Ahí aprovechamos para parchar el tubo de mi bici.





El ASENSO

Aquí la cosa se puso dura. El sol y la cuesta pusieron a prueba nuestra resistencia, mientras que Wilson se adelantaba y tomaba la punta para marcar el ritmo.


El duelo fue tenaz entre el Rotman y yo. Cada uno tratando de tomar la delantera. De repente, nos fueron rozando las orejas. Sorprendidos pensamos que era el Hernán, pero ha sido otro ciclista más experimentado que nos dio el polvo, literalmente.






Llegamos al cañaveral y uno a uno empezó a subir a la camioneta de regreso a casa.


Un hermoso recuerdo más sobre dos ruedas…